miércoles, 28 de enero de 2009

பிலோறேஸ் Flores de Bach

தாஸ்

Hace veinte años, yo manejaba un taxi para vivir. Lo hacía en el turno nocturno y mi taxi se convirtió en un confesionario móvil. Los pasajeros subían, se sentaban atrás de mí en total anonimato, y me contaban acerca de sus vidas. Encontré gentes cuyas vidas me asombraban, me ennoblecían, me hacían reír y me deprimían.
Pero ninguna me conmovió tanto como la mujer que recogí en una noche de agosto

Respondí a una llamada de unos pequeños edificios en una tranquila parte de la ciudad. Asumí que recogería a algunos saliendo de una fiesta, o alguien que había tenido una pelea con su amante o un trabajador que tenía que llegar temprano a una fábrica de la zona industrial de la ciudad.
Cuando llegué a las 2:30 a.m., el edificio estaba oscuro, excepto por una luz en la ventana del primer piso.

Bajo esas circunstancias, muchos taxistas lo que hacen es hacer sonar su claxon una o dos veces, esperan un minuto; y si en ese tiempo no sale nadie, después se van.
Pero yo he visto a muchas personas empobrecidas que dependen de los taxis como su único medio de transporte.

Aunque la situación se veía peligrosa, yo siempre iba hacia la puerta.
Este pasajero deber ser alguien que necesita de mi ayuda, razoné para mí.
Por lo tanto caminé hacia la puerta y toqué "un minuto", y respondió una frágil voz.
Pude escuchar que algo era arrastrado a través del piso y después de una larga pausa, la puerta se abrió. Una pequeña mujer de unos ochenta años se paró enfrente de mi. A su lado una pequeña maleta de nylon. El departamento se veía como si nadie hubiera vivido ahí durante muchos años. Todos los muebles estaban cubiertos con sábanas, no había relojes en las paredes, ninguna baratija o utensilio
En la esquina había una caja de cartón llena de fotos y una vajilla de cristal.
Repetía su agradecimiento por mi gentileza.
-No es nada, le dije. Yo sólo intento tratar a mis pasajeros de la forma que me gustaría que mi mamá fuera tratada.
- Oh, estoy segura de que es un buen hijo, dijo ella.

Cuando llegamos al taxi me dio una dirección, entonces me preguntó:
-¿Podría manejar pasando a través del centro?
- Ese no es el camino mas corto, le respondí rápidamente.
- Oh, no importa, dijo ella. No tengo prisa, estoy camino del asilo.
La miré por el espejo retrovisor, sus ojos estaban llorosos.
- No tengo familia - ella continuó, el doctor dice que no me queda mucho tiempo…
-Tranquilamente alcancé y apagué el reloj del taximetro.
- ¿Qué ruta le gustaría que tomara? -le pregunté.
Por las siguientes dos horas manejé a través de la ciudad. Ella me enseñó el edificio donde había trabajado como operadora de elevadores.
Manejé hacia el vecindario donde ella y su esposo habían vivido cuando eran recién casados.
Me pidió que nos detuviéramos enfrente de un almacén de muebles donde una vez hubo un salón de baile, al que ella iba a bailar cuando era niña.
Algunas veces me pedía que pasara lentamente enfrente de un edificio en particular o una esquina y veía en la oscuridad, y no decía nada…

Con el primer rayo de sol apareciéndose en el horizonte, ella repentinamente dijo:
-Estoy cansada, vamonos ahora.
-Manejé en silencio hacia la dirección que me había dado.
-Dos asistentes vinieron hacia el taxi tan pronto como pudieron. Eran muy amables, vigilando cada uno de sus movimientos. Debían haber estado esperándola. Abrí la cajuela y dejé la pequeña maleta en la puerta. La mujer estaba lista para sentarse en una silla de ruedas.
- ¿Cuánto le debo?, Preguntó, buscando en su bolsa. - Nada, le dije.
Tienes que vivir de algo, respondió.
- Habrá otros pasajeros, respondí.

Casi sin pensarlo, me agaché y la abracé. Ella me sostuvo con fuerza, y dijo:
- ¡¡Necesito un abrazo!!
- Apreté su mano, entonces caminé hacia la luz de la mañana.
Atrás de mí una puerta se cerró, fue el sonido de una vida concluida.
No recogí a ningún pasajero en ese turno, manejé sin rumbo por el resto del día. No podía hablar. ¿Qué habría pasado si a la mujer la hubiese recogido un conductor malhumorado o alguno que estuviera impaciente por terminar su turno?, ¿Qué habría pasado si me hubiera rehusado a tomar la llamada, o hubiera tocado el claxon una vez, y me hubiera ido?

En una vista rápida, no creo que nunca haya hecho algo más importante en mi vida.

Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas están llenas de grandes momentos, pero los grandes momentos son los que nos atrapan bellamente desprevenidos, en los que otras personas pensarán que sólo son pequeños momentos.
La gente tal vez no recuerde exactamente lo que tú hiciste o lo que tú dijiste... pero siempre recordarán cómo los hiciste sentir...

"Conserva el recuerdo del perfume de la rosa y fácilmente olvidarás que está marchita..."

AUTOR DESCONOCIDO.

miércoles, 21 de enero de 2009

நம்.NAMASTE


NAMASTÉ






Yo honro el lugar dentro de ti
donde el Universo entero reside.
Yo honro el lugar dentro de ti
de amor y luz, de verdad, y paz.
Yo honro el lugar dentro de ti donde
cuando tú estás en ese punto tuyo,
y yo estoy en ese punto mío,
somos sólo Uno

sábado, 17 de enero de 2009

த்ரோTroppo bello per essere vero?

Abro nuevas puertas a la Vida

Estás de pie en el corredor de la Vida, y detrás de ti se han cerrado ya muchísimas puertas, cosas que ya no haces, ni dices, ni piensas; experiencias que ya no tienes. Delante de ti hay muchas puertas más, y cada una se abre a una experiencia nueva. Aléjate del pasado. A medida que avanzas, mira cómo vas abriendo diversas puertas que dan a experiencias maravillosas que te gustaría tener. Confía en tu guía interior, que te conduce de las maneras que son mejores para ti, y piensa que tu crecimiento espiritual continúa sin detenerse ni un momento. No importa qué puerta abras ni qué puerta cierres; siempre estás a salvo. Eres eterno. Seguirás eternamente pasando de una experiencia otra. Mira cómo abres las puertas que dan al júbilo, a la paz, a la curación, a la prosperidad y al amor, al entendimiento, la compasión y el perdón, a la libertad, al reconocimiento de tu propio valor, a la autoestima y al amor hacia ti mismo. Todo eso está ahí, ante ti. ¿Qué puerta quieres abrir primero? Recuerda que estás a salvo; no es más que cambio.
"Tienes miedo cuando no confías en que el proceso de la vida te respalde. La próxima vez que te asustes, di: «Confío en que el proceso de la vida cuide de mí". Louise Hay

jueves, 15 de enero de 2009

அமர்Amor sin dependencia

Amor sin dependencia


Como transitar por los senderos del verdadero amor.

Declararse afectivamente libre es promover el amor sin opresión, es distanciarse de lo perjudicial y contactar con el lado saludable del amor.


Aunque hay muchas diferencias entre lo que significa amor y dependencia, podríamos destacar algunas de ellas, como por ejemplo el hecho de que dos personas que se aman verdaderamente son capaces de estar solas sin tener una sensación de carencia afectiva o vacío.

Si hay amor uno no tiene miedo a perder a la persona amada, pero si hay dependencia, el temor al abandono se manifiesta permanentemente.

En el amor no hay celos infundados, en la dependencia son comunes los celos incontrolados e irracionales.

En el amor la autoestima se fortalece, en la dependencia los sentimientos de inseguridad crecen como la espuma.

Para aumentar nuestra autoestima hay que fijarse en las propias virtudes, rechazar la autocrítica, mostrarse indiferente a los ataques de los demás, proponerse retos asequibles y premiarse por conseguirlos, tomar decisiones sin contar con el apoyo de nadie y no pensar en lo que estarán pensando los demás.

En el amor puedo seguir siendo “yo”, con mis intereses, gustos y necesidades en pleno funcionamiento. En la dependencia el “yo” se desvanece en los requerimientos del otro hasta perder la propia esencia.

En el amor hay alegría, en la dependencia, tristeza y estrés.

La adición amorosa va de la mano de la ilusión de permanencia, la idea de que el amor es eterno e inalterable. Esta concepción está sustentada en el romanticismo a ultranza que considera que el amor verdadero es para toda la vida, incluso para otras vidas. El auge de la Nueva Era ha hecho renacer el mito de las almas gemelas cuya premisa sostiene la existencia de alguien que encaja exactamente con uno, una especie de media naranja cósmica., pero la realidad es que somos nosotros mismos quienes construimos o destruimos el amor.

Cada enamorado busca completarse en el otro. Si eres una persona débil e insegura, de manera consciente o inconscientemente buscarás parejas que te ofrezcan seguridad y protección. Es probable que el miedo a la desprotección o el desamparo desencadene una fuerte necesidad de tener a alguien mas fuerte a tu lado para poder vivir. Con el tiempo este tipo de vínculo afectivo termina por configurar una relación maternal o paternalista.

Si te dejaron de amar, asume que no hay nada que hacer, saca a pasear la dignidad y no te humilles jamás. Si te lastiman o maltratan será que no te merecen. Si no sabes si te aman, olvida esta relación, a los enamorados de verdad no hay que convencerlos de su amor.
Hay que practicar el realismo afectivo: no dejar que el amor adicto te arrastre a la irracionalidad, descartar el autoengaño y descartar la esperanza inútil, la que nos aleja del aquí y del ahora.

Lo que nos hace inmunes a la adicción afectiva es explorar el mundo buscando otras fuentes que nos hagan sentir llenos, hacernos cargo de nosotros mismos y exaltar la autonomía, darle un sentido a la propia vida y potenciar el crecimiento personal y la vocación.

Andar lo más rápido que se pueda, pero sin desconocer los abismos, tomar las curvas con cuidado, embelesarse sin idiotizarse, amar sin subordinarse.

Resumen del artículo "Amor sin dependencia" de Walter Riso, aparecido en el nº 298 de la Revista Integral